jueves, 2 de agosto de 2007

"Fue crucificado muerto y sepultado..." agosto de 2004, Sala Viña del Mar.




















ICONOGRAFIA CRUCIAL

Por Jorge Salomó, Profesor
Gerente Corporación Cultural de Viña del Mar


Una interpretación personal, imbuida en nuestra historia actual, es la que nos propone Cristián Carrillo con su representación de 15 estaciones del Vía Crucis y 4 tablas complementarias con el tema de la Ultima Cena. Se trata de un recorrido de gran expresividad y fuerza, en un lenguaje directo, conjugando metáforas de los momentos finales de la vida de Cristo, con representaciones actuales que denuncian el drama de la guerra, calvario que recorre el mundo a diario, unos sufriéndolo en carne propia, otros sometidos al impacto de las imágenes que nos golpean permanentemente.

El parangón de lo crucial en un estado y otro de la vida, se nos pone como tema de reflexión, en un mismo formato con maderas de 30 x 30 cms., que enmarcan en derredor cada trabajo, con simbólicas aplicaciones de soldaditos de plomo, cruces, clavos, cinceles, formas derretidas que abrazan cada composición, para acentuar el dramatismo del tema, en un estilo dramático y conmovedor.

Delineados cortados en ángulos, manos que aprietan opresivas, cabezas de irónicos rasgos caricaturizados, cruces tortuosas, son parte de este contexto que propone la dialéctica histórica de evocar hechos acaecidos hace dos milenios, con noticias que nos invaden a diario en las múltiples expresiones de “mass media”.

Las técnicas mixtas son tratadas como recursos de un lenguaje integrado al tema, de manera directa, para exaltar el dolor que trasmite cada estación de este vía crucis inserto en nuestra historia. Junto a Cristo, nuestra sociedad se hace partícipe del camino al Gólgota, esta vez situado en ésta historia bélica que parece no escuchar mensajes ni hacer reflexión alguna ante tanta muerte y sacrificio innecesario.

El recurso del collage, que sugiere una Ultima Cena con la participación de Bush, Blair y Hussein, se convierte en una descriptiva manifestación del curso de acontecimientos que nos golpean diariamente. En el mismo, las manos desgarradas intentando acercarse, son reflejo de la expiación global de la humanidad, que carga las culpas de una historia marcada por el rasgo dantesco del sufrimiento.

Con todo, la presencia del corazón como icono de amor, se nos presenta como un mensaje esperanzador, y la propuesta en su conjunto se convierte en un estado reflexivo, una convocatoria a tomar posición, a recoger la lección de estos martirios históricos como un estado de alerta a nuestro espíritu, como un llamado a recuperar la noción de humanidad que tantas veces queda contrastada por situaciones agobiantes y deshumanizadoras.

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